martes, 31 de marzo de 2009

Mensaje oculto Cosas dulces

Cosas dulces. Tengo ganas de cosas dulces. Chocolate. Puede servir. Siempre sirve. Galletas y bizcochitos. Mmm. Comida basura. Tartas caseras. Un batido de nata de la heladería que cerró hace años en mi ciudad.
Yo tampoco sé lo que me pasa contigo. Chicles de cereza falsa. Helados de avellana que nunca existió. El más grande logro de la bollería industrial: el Chocorrol (desayuno diario de mi vida universitaria en México). O en su defecto, un Phoskito. No, uno no, dos.
A mi también me gusta. Un brownie caliente con helado de vainilla. Flanes de queso con dulce de leche. Empanada de manzana con una costra de azúcar. Pastel de limón. Esas pastas que siempre digo que no me gustan pero acabo comiendo.
No me inquieta, no de una mala manera. Un cubata de ron Havana con una rodaja de lima. Fresas. Croissanes, cruasanes, como se llamen. Tostadas con mermelada. Un zumo de naranja. Café con leche. Churros.
Espero tus divagancias. Filloas gallegas. O crepas de cualquier sitio. Chupa chups, roscón de reyes, calaveritas de azúcar (otro apunte mexicano), una rodaja de sandía. Arroz con leche. Compota de manzana y pera.
En fin, lo dicho, que tengo ganas de cosas dulces.

jueves, 26 de marzo de 2009

Un, dos, tres, cuatro

Uno
Todo tiene un precio. Y normalmente lo que menos cuesta es lo que se paga con dinero. Sólo así sabes cuánto vas a pagar y cuándo.
Dos
Ayer me clavé un tenedor en el dedo pulgar, me dejé en la carnicería el papel higiénico que había comprado, me olvidé de quitarme las lentillas para dormir, perdí un billete de lotería, me acordé a medianoche que no había tendido la ropa que puse a lavar por la mañana. Hoy me duele la espalda, la cabeza y el dedo.
Tres
Tengo una amiga asustada porque sus mundos están a punto de colapsar. Teme que todo lo que ha ocultado a su familia para "no darle un disgusto" salga a la luz. Las familias son sistemas complejos alejados de los estereotipos de felicidad que nos hacen sentir culpables. O te jodes o te joden.
Cuatro
Voy de enlace en enlace y encuentro un divertido blog cuyo autor habla de sus experiencias y fantasías sexuales, siempre adornadas con explícitas fotografías. Antes de entrar Blogger me avisa que el contenido es dudoso. Yo pienso ¿dudoso? Dudosos los demás, éste está clarísimo.

viernes, 20 de marzo de 2009

Testamento

Esta no es, por supuesto, una idea original. Hace poco leí algo parecido en algún lado, probablemente un blog, pero no consigo recordar dónde, como para hacer aquí la referencia.
De cualquier manera, aquí va.
A mi sobrino M le dejo mis fotografías y mis recuerdos. Sé que con él están a salvo. Le dejo también todas mis risas, en homenaje a la suya, que es en definitiva la mejor del mundo.
Para mi ahijado X hay una carta en un cajón de mi habitación. La escribí el día que él cumplía un año. También para él son mis intentos y mis luchas, con el deseo de que encuentre pronto y certeramente las suyas. Le lego también mi banco de madera junto al mar.
A M le regalo la primavera. Que pueda oler las flores y sentir el sol. Siento que las moscas vayan incluidas en el paquete. Le dejo las ilusiones de poder ir pronto a la playa. Le lego mi esperanza y la más grande de las gratitudes por ayudarme a levantar la cabeza. También le dejo toda mi caradura, por si algún día la necesita.
Lego mis chistes malos y mis bromas bobas a I. Y a sus hijos J y A, mis historias más increíbles y azarosas y todas las lágrimas de risa que me queden por tener.
A MM le lego mis dudas, las razonables y las más absurdas, para que vea que la existencia se puede nutrir de ellas.
A N quiero dejarle lo más dulce que haya en mi vida, porque gracias a su progenie he conocido la pureza, la ternura y la entrega incondicional. También le lego un abrazo que me dio un día, sosteniendo mi mundo. Le dejo todos mis secretos confesados sólo a ella y el permiso de divulgarlos.
Dejo el recuerdo de un beso en los labios, a pesar de todo, a F, a T, a P, a F, y a M.
A mis compañeros X, J, M, M, A, S, E y todos los demás, junto a nuestro admirado F, dejo los papeles sueltos donde he escrito y escribiré. Sentiros libres de despedazar, tachar, borrar y reescribir sobre mis letras. Será un honor.
A J le dejo lo que ya me ha quitado siendo mío. Creo que es suficiente.
Por último, a E, el deseo permanente de reencontrarme con él.

Teniendo como testigos a mis honorables paseadores, firmo la presente en Pontevedra, España, a día 20 de marzo de 2009.

jueves, 19 de marzo de 2009

Dime

Dímelo tú. Dímelo tú y dímelo ahora. Dime qué se juega en la primavera enardecida (ay, que horrible adjetivo). Dime qué horas son éstas de hacer preguntas. Dime por qué me vestí con las ropas que mejor me quedan. Dime por qué respondiste o quizá iniciaste el juego de miradas. Dime por qué vuelvo a casa con los labios pintados. Dime por qué sigo dudando que leas estas palabras. Dime por qué aún queriendo te quedas en tu lado del mundo. Dime cómo es que no he cometido en cinco renglones ni una sola falta de ortografía (qué palabra tan complicada de teclear a estas horas de la madrugada). Dime qué viste. Dime qué soñaste. Dime que aunque mañana sea festivo tienes que levantarte temprano, inventa algo, la excusa menos creíble. Dime por qué estuviste muy, muy, muy cerca de aquí y no llamaste. Dime por qué te lleva un mes y medio decidirte a saludar. Dime por qué me seguiste el juego de que nada había pasado. Dime por qué me crees cuando te digo mentiras obvias. Dime que no es el momento. Dime que no es lugar. Dime por qué en las madrugadas las miradas se pervierten. Dime por qué se complica tanto lo más natural del mundo.
De verdad, no tengo ni una sola respuesta.
Si quieres decir algo, dímelo tú.

miércoles, 18 de marzo de 2009

No tengo sueño

23:14 del dieciseis de marzo de 2009. No tengo sueño. Mañana es mi día libre y sólo tengo que despertarme para ir a clase de yoga.
00:11 del diecisiete de marzo de 2009. Empieza en la televisión el programa con el que suelo dormirme. Sigo en el sofá.
02:17 del diecisiete de marzo de 2009. El programa termina y yo sigo en el sofá. Tengo algo parecido al sueño pero no tengo ganas de dormir. Sigo viendo la televisión.
02:44 del diecisiete de marzo de 2009. Decido darme una ducha caliente.
03:01 del diecisiete de marzo de 2009. Me acuesto, aunque tardo un poco en dormir.
Madrugada del diecisiete de marzo de 2009. Sueño cosas extrañas. Aparecen las personas que más confusión y conflictos me provocan. No tengo las pesadillas acostumbradas, sino las de la vida real. Las malas decisiones, los asuntos pendientes de siempre y los recientemente incorporados. Lloro abrazando a un niño que no sé si debería extrañar. Le doy una segunda oportunidad a quien menos se la merece. Me reencuentro con otros que en realidad no son ellos.
08:17 del diecisiete de marzo de 2009. Me despierto. Me esfuerzo por volver a dormir.
08:29 del diecisiete de marzo de 2009. Sigo despierta. Me levanto de la cama. Me voy al sofá. Pienso en los sueños. Intento darles orden, encontrar un mensaje.
08:47 del diecisiete de marzo de 2009. Noto la hermosa claridad del día. Tengo la sensación de estar en uno de esos días de viaje en que la emoción por conocer un lugar nuevo te hace despertar y comenzar el día sin una necesidad estricta y en plena somnolencia. Pero sin la parte agradable.
09:20 del diecisiete de marzo de 2009. Vuelvo a la cama y doy vueltas sin dormirme.
10:30 aprox. del diecisiete de marzo de 2009. Duermo.
11:30 del diecisiete de marzo de 2009. Suena el despertador. Estoy muy cansada. Decido no ir a yoga.
11:35 del diecisiete de marzo de 2009. Decido sí ir y me levanto.

01:04 del dieciocho de marzo de 2009. No tengo sueño.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Volver

Hay tiempos en que uno cree que la vida, eterna y oportuna, sigue una línea continua en la que se van encajando con gracia nuestros actos, nuestros días. Luego se empieza a descubrir los laberintos, las espirales, las marañas. La fastuosidad de los traiciones, la alevosía de los azares, los pasos atrás, los malos pasos, los pasos en círculo, los pasos en falso. Sabes que no hay una línea que completar ni una certeza a la que aferrarse. No sabes lo que construyes pero sabes que no hay más remedio que intentarlo. Las pistas se desdibujan, los óraculos se callan al fin. Sin más posibilidad que la duda y la pasión. Y te quedas con los ojos puestos en la vida, fugaz y restricta. No, el mundo no es tuyo. No, no puedes comértelo. No, no puedes con todo.
Pero lo que hagas será tuyo. Y también lo que has hecho ya. Y a tu sitio siempre puedes volver.

P.D.M. Sálvese quien pueda, de Vetusta Morla.

Historia de una alucinación

Mis manos apresan tu espalda. Mis dedos se aferran a tu piel para detener en mí tu cuerpo y para creer sólo por ese momento que puedo retener algo más. Oigo tu respiración y sobre mí la siento. La siento sobre mí como el lenguaje explícito y animal de tus deseos. Has derrotado mis fronteras y en tu cautiverio aparecen todas las palabras de mi huida. Los sonidos se acompasan con el calor del espacio. Todo de cuanto escapo encuentra su sentido. Se tambalean las últimas metáforas. No hay nada más que ese instante encarnizado de ojos que se cruzan. No hay nada más que los cuerpos ya yermos y vacíos. Humedad. No hay nada más que esa última expiración y ese primer silencio.

Ahora puedes cerrar los ojos.

domingo, 8 de marzo de 2009

De cómo ser mujer y no morir en el intento

Me ha recordado mi amiga Marisa que hoy ha sido el día internacional de la mujer.
Tengo una teoría sobre las diferencias genéricas. No soy muy amiga de las generalizaciones, así que hablo en esencia de mi experiencia y la de mis amigas. Hay ocasiones en que las mujeres somos un poco presas de nuestro cuerpo. A veces los cambios hormonales nos (me) hacen sentir completamente superadas. Por todo, así, en bloque. Sin ninguna razón (en el mundo real, se entiende) caemos en un estado de melancolía profunda, de gran tristeza y desesperanza. Vemos, como se dice, todo negro. Supongo que hay quién sabe superar con entereza esos momentos, pero en mi caso lo más práctico es dejarme llevar, llorar y abandonarme, sabiendo que la sensación es tan inconsistente como efímera. Pero es real. Es real porque se siente con todas sus aristas y crudezas. Aunque se vaya al día siguiente y vuelvas a ver todo con la misma claridad de siempre, sabes que eso existe. Sabes que lo sientes, que lo has sentido y lo volveras a sentir. Da una sensación de fragilidad y de profundidad, como si pudieras acceder a otros mundos, leer entre líneas. Ver más allá de lo evidente. Y me pregunto a veces cómo es un mundo (supongo que el masculino) donde las cosas son lo que son o lo que uno cree que son sin más dobleces, sin tener la experiencia de que esa misma visión a veces se distorsiona sin motivos, y ello no le resta una ápice de realidad.
Ser mujer es saber que hay más, es desconfiar de las planicies, es intuir que todo, todo es susceptible de de una nueva mirada.
O quizá todo esto es sólo ser yo.

martes, 3 de marzo de 2009

Soledades

Podría darte la bienvenida, pero estoy más cerca de pedirte que te largues. Lo siento, sé que no es una palabra muy elegante, pero es que no quiero que te marches o que te vayas: quiero que te largues. Quiero que te largues y quiero que termines de llegar. Y ni siquiera me sorprende, porque si algo sabemos los dos es cuán contradictorios podemos ser. Todos. Y tú y yo en particular.
Hablamos y hablamos y creemos que nos conocemos. Hablamos de todo y yo acabo sintiendo que puedo decirlo todo, ser clara y sincera y soportar el pánico de mostrarme. Pero entonces paso la página del libro que estoy leyendo y encuentro esto: Nunca se me ocurrió pensar que quien se propone contárselo todo al otro, a lo mejor habla con sinceridad incondicional para no tener que decir absolutamente nada sobre aquello que de verdad importa.
Teorizamos sobre las emociones y las conveniencias, despiezamos las palabras creyendo que eso evitará algún riesgo, moldeamos los minutos para hacerlos precisos e importantes. Como si preguntar y responder nos liberara de algo, como si prometer o refutar significara algo más que simplemente eso. Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes.
Y al final, al final nada es distinto. Seguimos viviendo con un muro entre ambos. Un muro triste y real. Seguimos siendo nada más que soledades que se rozan, que se creen por un segundo que lo pueden remediar, que se pueden desahogar. Que se pueden encontrar. Nos creemos por momentos que hablar tiene sentido, que algo se puede transmitir, que algo se puede conocer.
La soledad es un lugar lleno de secretos.
Bienvenido.
(El último encuentro, de Sándor Márai)