martes, 30 de marzo de 2010

Por nada

Hoy me di el día libre. No sólo por aquello de trabajar sábado y domingo, sino porque estos días estoy sola en casa y me encanta. Y eso que con mi compañera de piso me llevo muy bien, la quiero muchísimo y me gusta estar con ella. Pero pronto, además, tendré en casa una visita inevitable que me desequilibra mucho, así que al menos hoy he disfrutado de mi soledad con gran énfasis.

Me desperté tarde, muy tarde y me vestí sólo para cruzar la calle y tomarme dos cafés mientras leía una revista ñoña. Luego, en contra de mis costumbres, dediqué una hora en hacerme una deliciosa comida. Tras tres postres exquisitos me dediqué a ver capítulo tras capítulo de series viejas y ñoñas en la tele, interrumpidas por una hora de conversación telefónica con una amiga de la que podría decir que vive lejos, pero la verdad es que está muy cerca de mí.

Hice un test en la revista ñoña y el resultado fue: Mayoría de C, eres una mujer realista. Decía algo así como que disfruto los buenos momentos siendo muy consciente de ellos y que así, en los malos, puedo recordar que existen otros mejores y relativizar cuando las cosas no van bien. La verdad que la última parte me sacó una sonrisa porque con lo dramática que suelo ser, relativizar no es lo mío. Y sin embargo de cierto modo es cierto, las cosas se acaban colocando en su sitio. Y sobre todo, sí, disfruto de los buenos momentos, los que yo me procuro, no -sólo- en forma de caprichos sino cuidándome de verdad.

Tras mis último coqueteos con el drama, llevo días y días y días sientiéndome muy bien. Por nada, por nada en especial. Todo es igual que antes, las cosas buenas, las regulares, las visitas que me desequilibran, el trabajo quemante, los inesquivables problemas de dinero, el futuro inciertísimo en todos los campos que imaginemos, los malentendidos, la impotencia, las dudas. Todo igual que hace un mes y tres y seis. Pero yo me siento bien.

Me siento bien y cuándo me pregunto por qué me respondo: por nada. Y es fantástico.

Y luego leí esa frase en un blog que sigo y recomiendo: Ser feliz por nada es fantástico.

Sí, lo es.

lunes, 22 de marzo de 2010

Poesía última o la entrada fantasma

Ayer borré una entrada ya publicada. Fue la última, que colgué el sábado y borré el domingo. Sé que la gente con blog hace estas cosas, pero yo nunca lo había hecho. Sí, es mi primera vez.

¿Que por qué lo hice? No sé. Contenía lenguaje soez, sí. Confidencias sexuales, sí. Declaraciones de intenciones falseadas, afirmaciones de promesas futuras, proclamas de arrepentimientos pasados, sí, sí, sí. Preguntas obvias, sí. Reflexiones sin sentido, sí. Frases hechas, chabacanas, cutres y aburridas, sí, sí, sí y sí. Vamos, como cualquier otra entrada.

Supongo que cuando la releí me di cuenta de que no decía en absoluto lo que yo quería. Es el riesgo que se corre cuando quieres hablar de algo sin nombrarlo. Las palabras, de por sí, ya encaminan al caos, así que prescindir a posta de las más importantes no mejora las cosas. Pero creo que tampoco es buena idea contarlo todo.

Si intentara contarlo todo sobre aquello que no quiero nombrar, me temo que la entrada tendría forma de gran pataleta, terrible berrinche descontrolado, histérico griterío. Sería una entrada informe e incomprensible llena de erratas y borrones, manchas de tinta y cercos de taza de café. Una entrada-carcajada avergonzante. Una entrada-caída-traspiés.

O quizá no, quizá si intentara decirlo todo lo que haría sería escribir una poesía. En la poesía no narramos, solo sentimos. No hay justificaciones, solo contexto, emoción. Lo malo es que la única poesía que he escrito últimamente se refiere precisamente a aquello que no quiero nombrar. Así que elijo a Lois Pereiro, un poeta gallego, para decir nada de lo que yo quiero decir, y decir todo lo que quepa en sus palabras. Para quien no hable gallego, me remito a Luis Tosar en los Goya: creo que se entiende.

A inmersión no silencio é o que distingue
aos que aman con espírito suicida
dos que somentes son
un soño breve.

Na viaxe nocturna que emprendemos
polo interior dun corpo diferente
un acto de amor é un fluído urxente
de suor bágoas e esperma
contra o medo

palabras desarmadas
desexos que se perden
na néboa de mil noites
entre as sabas revoltas
polo feroz presente
de dous corpos que esquecen.

Lois Pereiro, Poesía última de amor e enfermidade

miércoles, 17 de marzo de 2010

De nuevo la primavera

He escrito en mi mente y en papel varias entradas sobre gente de la que quería hablar aquí.

Uno era mi profe, que cada vez que leo uno de mis textos tiene la vana esperanza de que esta vez sí triunfe el amor en ellos.

Otro era J, porque por un segundo pensé en dejar pasar mi último tren a casa por seguir escuchando su dulce pedantería y comiendo pollo pakora.

Y luego está F. Esta la escribí en papel y era una una larga y aburrida disquisición acerca de la naturaleza y la transformación de los afectos y de lo bien que sienta pasar horas muertas al lado de alguien brutalmente amable, cariñoso, generosísimo, sensible y con el acento más dulce del mundo. Y que toque el piano para ti también ayuda.

Y también podría hablar de la primavera, que se venía anunciando y hoy llegó, con su aire cálido cargado de olores felices y promesas conocidas.

Pero en verdad quiero hablar de mí. De mí, la que a veces utiliza este blog como basurero para vomitar su mierda.

De mí, la que cuando algo le duele, con razón o sin ella, sufre. Y en ese sufrir a veces se equivoca y se arrepiente.

De mí, la que necesita hablar y escribir para poner ese dolor en su lugar adecuado.

De mí, la que decide escaparse aterrorizada de estar perdiendo una oportunidad.

De mí, la que no es capaz de reprimir lo que le duele y más bien se repliega para sentirlo a fondo.

De mí, la que con paciencia o sin ella sabe que todo pasa.

De mí, la que patalea y manotea sin elegancia, pero con certeza cuando ha aprendido lo necesario de ese dolor y le toca salir.

De mí, la que sigue prefiriendo arriesgarse a todo eso antes que permanecer inmóvil.

De mí, la que no se avergüenza de llorar ni sufrir porque sabe que de eso se aprenden lecciones que no se borran, aunque no sea inmediato ni evidente.

De mí, la que nunca se sintió más libre, también para equivocarse y arrepentirse. Y para perdonarse. Porque a veces parece que son los otros los que se equivocan y a quienes hay que perdonar. Pero solo tienes que perdonarte a ti misma.

Hoy, como cada año, y aunque parece a veces que no lo hará, llegó la primavera. Hoy este no será mi blog basura. Hoy estoy reconciliada y me perdono y me gusto. Hoy me acuerdo de que estoy viva y me vuelvo a entender a mí en el epicentro. Hoy estoy donde quiero estar.

Si vierais lo guapa que estoy hoy. Será la primavera.

Bella, de Jovanotti. Suave y sin estridencias, que estamos de ese humor.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Escapar

Somos nuestras decisiones. Nuestra historia es la historia de nuestras decisiones.

Me gusta viajar, lo he dicho más veces. A cualquier sitio, cercano o lejano, conocido o novedoso. Suelo planear con tiempo y mimo mis viajes. Pero esta vez lo que he hecho, me parece, es una escapada. Sin planes ni tiempo ni apenas pretextos.

Al irme de mis ámbitos cotidianos siempre se me asoman con crudeza las preguntas. Básicamente es una: ¿qué vine a buscar?

Lo mismo que en casa, en mi mar, solo que en paisajes distintos se hace más evidente. Sé lo que vengo a buscar y soy yo misma. Ya sé que suena cursi y forzado, tendréis que perdonarme pero hoy tengo la sensación de estarme equivocando y se me abre un agujerito en el corazón que no tengo ni idea de cómo cerrar.

Me gusta estar sola para buscarme. Voy al cine sola, paseo sola, viajo sola. Pero también me gusta, no, tengo que decir, me gustaría buscarme cuando no estoy sola. En otro, en ese incomprensible, inalcanzable, inaprehensible otro.

Yo, como dice Cioran, no sé lo que está bien ni lo que está mal, lo que está permitido y lo que no lo está.

Sé que me escapo, y me busco, y a veces no me gusta lo que encuentro. Y supongo que no me queda otra opción que esperar que cierre ese agujerito en el corazón.

Sé bien que el tiempo lo cura todo. Las escapadas, muy a mi pesar, no.

domingo, 7 de marzo de 2010

Drama, flores y Sexo (en Nueva York)

Qué fácil es equivocarse. Que raro es no arrepentirse. Hace demasiados días que no escribo aquí y es simplemente porque no sabía qué decir. Cuando te quedas sin palabras por una gran sorpresa, algo que no esperabas, algo que no acabas de entender y todo esto sin el factor alegría que algunas hechos del estilo conllevan. Yo soy lenta. Para entender ciertas cosas, soy lenta. Para encajarlas. Los grandes temas me han costado mucho tiempo. Y los pequeños, pues me cuestan un poquito. Pero me cuestan.

El jueves fue un día precioso y estuve en la calle todo el día. Tenía la sensación de que el tiempo se había detenido en mi ciudad. Y escribí en mi mente un post para colgar aquí que hablaba de eso. Y de Sexo en Nueva York y como toda mi educación emocional parece estar reflejada en sus capítulos. Y de cómo las últimas semanas vivo a la par que sus guiones y aunque la serie sea vieja y la haya visto acabar diez veces, me pasa lo mismo que a Carrie. Pero luego ella al final del capítulo tiene un final feliz ¿adivinais quién no?

También iba a hablar en ese post de unas flores preciosas que me compre. Hacía mucho que no lo hacía, me resultan caras para mi actual presupuesto. Me compré el ramo más barato, el del color más bonito, lo arreglé un poco y lo puse en mi habitación. Luego recordé que a Carrie le regalaron las mismas flores hace unos capítulos. Ah, mira, ese sí que acabó mal, sus flores terminaron por el suelo tras un manotazo, y las mías siguen en su florero minimalista.

También iba hablar de que a veces creo que busco el drama. Además de tender naturalmente a él, me parece que a veces me enredo en pequeños dramas que no tendrían que serlo. Y la medida para saber si estoy creando el drama es cuando se lo cuento a mi hermana. Ella, que es mucho más racional que yo, característica que admiro y envidio profundamente, siempre me dice cosas claras y puntuales. No digo que siempre tenga la razón, pero cuando la tiene ¡oh, dios! la tiene. Y esta semana la tuvo. Y de una bocanada de palabras me hizo el favor de quitarme todo el drama que me había colgado encima.

Mi drama en este caso fue asumir culpas que no eran mías. Como si las decisiones de los demás dependieran de mí, de mis actos, de mi pasado, de mi historia, ergo son mi culpa. Drama, drama, drama. Si es mi culpa, sigo siendo el centro de la historia. Pero no lo soy. Ya me gustaría, pero no lo soy. Tu historia es tu historia y la mía es la mía. Tus decisiones son tuyas y nada más. Y sí, quizá prefiero creer que es mi culpa porque así podría hacer algo para cambiar esas decisiones que no entiendo y no me gustan. Pero no, chico, no. Despedirme de la culpa probablemente sea despedirme de mis esperanzas, aceptar mis ganas frustradas, decir un poquito adiós. Pero no es mi culpa.

Así que chao culpa, chao drama. Y bienvenidas las flores. Y el Sexo (en Nueva York).