viernes, 30 de octubre de 2009

Duelo

Dicen que el duelo tiene cinco etapas y que hay que pasar por ellas para superarlo, lo cual imagino que significa aceptar que algo ha cambiado y seguir adelante.
El duelo no es exclusivo de la muerte, sino de una pérdida. La vida está llena de relaciones que se acaban, que se minimizan. Y de relaciones en la que a veces nos enganchamos, por dependencia, por costumbre, por miedo, y que es mejor terminar. Porque lastiman, porque son injustas, porque nos desequilibran en el peor sentido. Y también en estos casos se pasa el duelo.

Dicen que el primer paso es la negación. Pensar que algo va a cambiar, que las cosas pueden ser distintas. Supongo que es fácil quedarnos estancados en la negación aferrados a pretextos y a una supuesta esperanza que en realidad es miedo a tomar una decisión.

Luego vendría la rabia. Es una estado más o menos cómodo donde aparece todo lo que se había negado. Con la rabia se siente que algo ha cambiado, que se ha avanzado, que ya no se está en el paso anterior donde se procura fingir que nada ha pasado. Sí que ha pasado, ahora lo entiendo y me lleno de ira. Pero lo más difícil está por llegar. Porque estos dos pasos están marcados por el instinto, pero hay que usar la cabeza para llegar al siguiente.

La negociación. Quizá sea el primer paso real para pasar un duelo, para despedirte, porque es un trabajo íntimo donde se tienen que encajar las piezas. Se negocia con uno mismo. Se pregunta por qué, para qué. Y sólo bajo esa consciencia se llega a la conclusión de que algo está acabado.

Y cuando se llega a esa conclusión acerca de una relación importante no se puede evitar llegar a la siguiente etapa: la depresión. Sí, cuando algo acaba tiene que doler. Y tiene que ser un dolor productivo a pesar de la dificultad del concepto. En el dolor entiendes verdaderamente la pérdida. Depende de muchas cosas, pero a veces es un dolor tan real que te inutiliza para cosas tan sencillas como escribir un blog.

Solo después llega la aceptación.

lunes, 12 de octubre de 2009

Entretiempo, que le llaman

Así que allá afuera hay 26 grados y un solazo. Así es Galicia, chicos, a pesar de lo que diga el Telediario.
He terminado con Gossip Girl. He terminado de ver la serie y he terminado con mi reputación al confesar en público semejante vicio.
Creo que ayer terminó el verano. Lo sé porque a través de la ventanilla del autobús sentí el mismo olor del día en que empezó.
Durante julio, agosto y el principio de septiembre apenas estuve en casa. Estuve en la playa, en Madrid, en Dublín y en Cádiz. Y al volver yo, llegaron también las buenas noticias. Amigos. De los de verdad. Hace cuatro años que no los veía, aunque una vez a la semana solemos reservarnos un largo rato para el teléfono.
Un mes. Treinta días. Siempre es poco cuando la compañía es buena. Cenas, tardes en el parque, window shopping, confesiones, copascopascopas, desveladas, bailes, conciertos malos, cervezas en la playa y hasta una boda.
Puede que sea una coincidencia pero fue justo ayer, el día en que mis amigos vuelven a su casa, cuando en el aire se nota ese olor, entre dulce y nostálgico, con que hace casi cuatro meses empezó el verano.
Sé que se ha ido. Y viene el otoño. Me gusta.
Ayer me di cuenta de que en menos de tres meses empieza un nuevo año. Y entonces, cuando piense en el "año pasado", pensaré en éste: cenas, tardes en el parque, window shopping, confesiones, copascopascopas, desveladas, bailes, conciertos malos, cervezas en la playa y hasta una boda.
Y entonces sonreí. También lloré un poquito, pero es que soy muy cursi.
Y luego, volví a sonreír.

martes, 6 de octubre de 2009

...

Tener un blog te sirve, entre otras cosas, para preguntarte. Cosas. Yo me pregunto, por ejemplo, por qué no escribo. O por qué no actualizo, porque en verdad he escrito unas cuantas entradas que se han quedado guardadas o finalmente borradas. Pero, ya sabeis, sirve para preguntar, no para responder.

Mi vida en definitiva no es Sex and the City y me pregunto a quién le importa que me haya inscrito en un taller o haya vuelto a clases de yoga. Que me he comprado una máquina de liar tabaco o que estoy desarrollando un asco alérgico a mi trabajo de fin de semana.

Cuando sentía un grandísimo dolor -qué dramática soy- era más fácil escribir sobre mí. Lo necesitaba.

Esta entrada está a punto de quedarse a la mitad también. Solo quiero una mantita y ver una capítulo de Gossip Girl tras otro.

Estoy viviendo en una coma, en tres puntos suspensivos. Del dolor sabía que tenía que salir, pero de aquí, ni siquiera lo sé.

Soy una procrastinadora.

Eso es lo que soy.