El verano es un estado mental que a veces no acaba de llegar. Pero uno se va olvidando del invierno, de que te pasas meses con el paraguas en la mano y con medias gruesas bajo los pantalones.
Hoy me voy de festival. Polvo, cubatas malos, música. Y podré escuchar en vivo lo que abajo adjunto. Hace dos años los iba a ver por primera vez. Inaguraba este blog y lo hacía con otra canción suya. Ayer, que más bien fue hoy temprano, cerraron con esta canción el sitio ese donde uno va cuando cierran todos los bares. Era el fin de fiesta. Encendieron las luces y ¡ala! Copenhague. Nunca fue mi canción favorita de ellos pero ayer, encendieron las luces y sonó. Miré a mi alrededor. Uno nunca sabe nada, de nada. No sabe nada de la gente, especialmente de la que tiene cerca. Pero yo estaba ahí, con las luces encendidas y Copenhague sonando. Me agarré a una espalda amistosa y bailé. Coño, cómo me gusta bailar pegados. Y apoyé mi cabeza en su pecho mientras sonreía y cantaba Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar. O empezar.
El verano es tiempo de hacer lo que dé la gana. De que no haya obstáculos ni miedos ni dudas. Es sol, y agua helada. Son chicos jóvenes bailando en la pista mientras yo los observo. Son esos que tenía al lado, todos hermosos, todos luminosos, todos míos sólo por ese instante.
Si os contara mi noche os reirías mucho conmigo. Me lo pasé pipa. Dios, el que no existe, sabe que lo merecía. Merecía esas confesiones, merecía mandar a la mierda al guaperas ese (tres veces), merecía cantar Ojalá a voz viva. Y bailar sentada a Lady Gagá. Merecía reencontrarme esa mirada, la de aquella vez. Y volver a ver una vez más a esa otra, la de siempre, la de nunca. Merecía vestirme con esa camiseta amarilla de las rebajas que me sienta como dios, el que no existe. Merecía morirme de hambre y que aquel sitio estuviera cerrado. Merecía pensar "quiero que me mires ahora" y girarme, y ver que me veía. Merecía preguntar ¿conoces a este chico? Merecía esos dos besazos de despedida. Merecía que lloviera y ser la única con paraguas. Merecía dar un regalo. Merecía Copenhague. Merecía que se encendieran las luces y sonara esa canción. Merecía mirar a mi alrededor y saber que todos esos que tenía al lado, todos hermosos, todos luminosos, eran míos por ese instante. Merecía bailar agarrada.
El verano es un estado mental. Mi verano se parece a Copenhague. Mi verano es ese instante preciso. Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar. O empezar.
Mi verano empezó ayer.
Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar. O empezar.
O empezar.
Copenhague, Vetusta Morla.
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1 comentario:
siempre me ha gustado vetusta morla, me gustaría estar en un concierto de ellos algun día y poder amarrarme un poquito a alguna espalda, como tú.
menuda envidia.. :) ¡cantaaa tu que puedes salta salta y baila!
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