domingo, 1 de agosto de 2010

Regaliz

Algo se me escapa.

Yo no quería estar aquí, sentir esto. Lo juro. Quería seguir sonriendo y siendo el verano. Quería ser ligera y volar. Quería ser niebla y llenarlo todo.

Pero me pesan los pies como dos peces de plomo. Es fácil preferir no dar un paso más. Aunque no quiero estar aquí, es fácil preferir no dar un paso más.

No lo veo con claridad. No soy capaz de verlo. De ponerle nombre. Eso es lo que más me aturde. No poder señalar una causa.

No lo sé, no lo sé.

Algo se me escapa.

Lo único que se me ocurre tiene nombre y apellidos. Huele a gloria y a regaliz. Y no quiero que sea la causa.

Lo único que se me ocurre tenía que hacerme sonreír. Tenía que darme ganas de bailar y reír toda la noche. Tenía que darme ganas de todo.

Lo único que se me ocurre no podía, sobre todo, no podía importarme tanto. No debería asustarme tanto. Es desproporcionado. Es histriónico. Hay una trastorno mental que se llama así.

Por una confusión o una tontería, hubo un momento en que entendí que existía la posibilidad de dejar de oler tu pelo de gloria y regaliz. Y yo no estaba preparada para que me asustara tanto.

Pánico es la palabra que me vino a la mente. No tenía que ser así. Pero en un momento, por una confusión, por lo que sea, di un vistazo al futuro posible. No tenía que importarme tanto, pero es así. En el vistazo al futuro posible podías no estar. Y, no tenía que ser así, en mis planes no entraba eso, pero me asustó. Y entendí que si daba un paso en falso, quizá no volvería a oler tu pelo. Sí, el de regaliz.

Lo único que se me ocurre tiene nombre y apellidos. Llámame cobarde, porque lo soy. Porque me asusté tanto que no quiero dar ni un paso. Aunque tampoco me quiero quedar aquí. Mis pies pesan como dos peces de plomo.

Ahora estoy entumecida. Sé más sinónimos de paralizada: inmóvil, atascada, anquilosada.

Yo tenía que sonreír y tu tenías que darme ganas de bailar.

Pero tu pelo huele a regaliz. Y ayer me acerqué a tu oreja y te hablé bajito. Y dejé que mis labios rozaran sutilmente tu oreja. Y soy incapaz de leer tus señales. Y un día di un vistazo a un futuro posible donde no estabas. Y me asusté. Y no puedo dar ni un paso ahora.

Sé que no eres tú. No puedes ser tú. Soy yo siendo exagerada, desatando mis demonios, proyectando mis deseos. Sé que no eres tú. No puedes serlo. No debes serlo. Tú eras otra cosa. Ligera y con sabor a fruta. No eres tú, lo sé. Algo se me escapa. No me da la gana de que seas tú.

No eres tú. No puedes ser la causa. Y no eres real. El olor sí. Lo acepto, es real. Hueles a gloria, a regaliz, a río, a calles mojadas y a calor feliz.

Sé que no eres tú. Tú no eres real. Pero el olor sí. Es real. El olor, sí.

2 comentarios:

Marisa dijo...

Nostalgias, ausencias,
miedos,sensaciones
que se llevan dentro,
menos mal que aún hay
aromas con sabor a regaliz.

Biquiños con olor a mar
desde mi ventana.

Enrojecerse dijo...

siempre sentiras ese olor y esa necesidad de buscar una causa, aunque no sepas ni cual es.
quiza con el tiempo, no se.
(no tengo acentos, no te vayas a pensar..) :D unbeso.