Hoy es uno de esos días, o en este caso noches, en que sé lo que debería hacer. Debería ir a darme una ducha calentita -que se me están enfriando los pies, coñe- y luego a dormir -que mañana me voy a un país donde no cierran las tiendas nunca-.
¿Y qué hago? Otra cosa, claro. Enciendo la tele, porque quiero ruido. Y pongo música. A Micah P. Hinson, porque aún no he encontrado algo más bonito y deprimente al mismo tiempo.
Yo, debéis saber, me doy treguas. A veces mis hormonas se ponen muy tiranas y he aprendido a dejarlas hacer, más que nada porque luchar contra ellas cuesta mucho y no sirve de nada. Entonces me doy treguas y me digo: Anda, burraca, ponte triste y llora, descontrólate y confúndete, pierde la confianza y ve todo negro; ya sabes que mañana o al siguiente día todo se irá, volverás a ser la que eres la mayor parte del tiempo.
Y parte fundamental de esas treguas es no buscar razones. Porque no las hay realmente. Y eso, que enseguida se va la sensación de agujero negro interno.
Pero esto ha sido distinto. Días, más días, semanas. No se va. Yo sé que se va a ir porque la sensación es la misma. Pero no se va.
Y entonces ya no me vale no buscar razones. Y todas apuntan a lo mismo. Viene, como diré, en distintos empaques, pero es lo mismo.
Uno hace lo que puede para seguir su camino. Para buscar, para encontrarse. Se pelea por sus pequeñas pasiones y se despierta por la mañana para ganarse cuatro perras. Y de repente. Plum, plas, cataplás. Una luz. Un destello. Chispas. Fuegos artificiales. La vida, sin todo eso, también es. De hecho, la vida, sin todo eso, es lo que es la vida. Con sus grandezas y sus miserias, lo de siempre.
Pero, a veces, plum, plas, cataplás. La luz, el destello. Y dices: eso era. Mierda, eso era. Lo quiero. Lo quiero pa' mi. Pero no se puede, chica. Hay cosas que se pueden y cosas que no se pueden. Y esto no se puede. Y ya está. No hay dramas, o sí, pero es lo que hay. ¿Frustración, dolor, hartazgo? Tú ponle nombre.
Y me pregunto cuánto se tarda en olvidar lo que nunca se ha tenido.
Y esta entrada sería mucho más interesante si pudiera decir que quizá sí, que todo puede ser, que, ya saben, todas esas cosas. Pero no. No esta vez. Y lo que queda es seguir despertándose por la mañana para ganar cuatro perras y seguir peleando y todo eso. Y quizás, quién sabe, algún día de nuevo vea chispas y entonces sí pueda ser.
Pero es que son tan escasas.
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5 comentarios:
"Cuanto se tarda en olvidar lo que nunca se ha tenido"
Te tienes a tí misma y eso no lo puedes olvidar, un ser estupendo y luchador que saca fuerzas de flaqueza y emprendiendo nuevos retos planta cara a la vida y le
gana la partida.
En altos y bajos se divide toda nuestra existencia y superando retos nos hacemos más fuertes.
Un abrazo muy,muy fuerte.
Quizás si cerramos los ojos y lo deseamos con mucha fuerza..
Ah no.. eso sólo pasa en los cuentos..
Pff..
Pues si ...la verdad es q te entiendo, son escasas y luego a veces si las pudieras tener, o más bien cuando las tienes tampoco era para tanto, ya sabes por eso de q siempre se quiere lo q no se tiene, pero no deja de ser un asco. Por eso te entiendo aunque tu ya no me entiendas a mi ;))
(es broma of course)
pasa buena semana o lo q queda ya de ella
G
Feliz Viaje...
y quizá las respuestas a esas todas elucubraciones la tengas cerca.
Solemos viajar para buscar...
y regresamos a casa para encontrar.
Me gustan tus ruidos mentales, y la música que eliges para ahuyentar el silencio.
Ánimo... siempre ánimo.
Besiños.
Te entiendo perfectamente, yo llevo algun tiempo con la misma sesacion y no se termina de ir. Decia Einstein que si lo puedes soñar, lo puedes lograr. tal vez algun día ¿no?. Un beso
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