He venido a tomarme un café y terminar un relato que entrego el lunes en un taller. Pero me olvidé de la libreta. Así que leo, Poesía, de Miguel Hernández.
Hoy me desperté un poco triste. Hay varias posibles razones. Uno, las hormonas. Oh sí, ha llegado ese momento del mes. Dos, los chupitos de ayer. Los odio, odio los chupitos. Tres, la euforia.
Sí, intenté controlarla, intenté distraerla. Y no me salió tan mal. Al menos salió mejor que de costumbre. Pero no fue suficiente. Ya lo había advertido, la euforia siempre termina así: en tristeza.
Hoy me desperté un poco triste, por todo, por nada. Por ser yo y por no serlo. Por querer y por no querer. Por desear. Como tantas veces desde que escribo este blog, hoy también tengo un agujerito en el pecho. Por eso leo a Miguel Hernández y escribo esto en un folio que tuve que pedir en la barra.
Sé lo que quiero hoy: un amigo. Para abrazarle y que me deje llorar. Siempre funciona.
Una vez me puse muy triste y me quedé sin nada. Me puse muy triste y me quedé sola. Sola de mí. Me puse muy triste y me quedé sin saber quién era. Nunca estuve tan sola.
Hoy me desperté un poco triste. Pero me tengo a mí. Por eso leo a Miguel Hernández y escribo esto. Porque es lo que tengo, porque es lo que soy.
Feliz fin de semana.
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5 comentarios:
Si, a mi tambien me pasa. Un dia estas euforico y al siguiente es como si hubieras liberado la alegria de dos dias... Un beso
seguro que son las hormonas, sumado a lo otro, y lo otro y lo otro más.
Seguro que son super interesantes esos relatas que presentas en el taller. No publicaras ninguno?
Un abrazo rula, animo!
Tristeza creativa...
...ahí rodando sobre la noria...
un dia arriba y otro...
Besos Leola.
Que bien lo describes, yo me veo en ti.
un abrazo largo con su silencio
Leyendo a Miguel Hernández
ya se siente uno muy bien
acompañado.
Días de luz y días grises,todos los tenemos, que se le va hacer.
Besiños Leola
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