Qué fácil es equivocarse. Que raro es no arrepentirse. Hace demasiados días que no escribo aquí y es simplemente porque no sabía qué decir. Cuando te quedas sin palabras por una gran sorpresa, algo que no esperabas, algo que no acabas de entender y todo esto sin el factor alegría que algunas hechos del estilo conllevan. Yo soy lenta. Para entender ciertas cosas, soy lenta. Para encajarlas. Los grandes temas me han costado mucho tiempo. Y los pequeños, pues me cuestan un poquito. Pero me cuestan.
El jueves fue un día precioso y estuve en la calle todo el día. Tenía la sensación de que el tiempo se había detenido en mi ciudad. Y escribí en mi mente un post para colgar aquí que hablaba de eso. Y de Sexo en Nueva York y como toda mi educación emocional parece estar reflejada en sus capítulos. Y de cómo las últimas semanas vivo a la par que sus guiones y aunque la serie sea vieja y la haya visto acabar diez veces, me pasa lo mismo que a Carrie. Pero luego ella al final del capítulo tiene un final feliz ¿adivinais quién no?
También iba a hablar en ese post de unas flores preciosas que me compre. Hacía mucho que no lo hacía, me resultan caras para mi actual presupuesto. Me compré el ramo más barato, el del color más bonito, lo arreglé un poco y lo puse en mi habitación. Luego recordé que a Carrie le regalaron las mismas flores hace unos capítulos. Ah, mira, ese sí que acabó mal, sus flores terminaron por el suelo tras un manotazo, y las mías siguen en su florero minimalista.
También iba hablar de que a veces creo que busco el drama. Además de tender naturalmente a él, me parece que a veces me enredo en pequeños dramas que no tendrían que serlo. Y la medida para saber si estoy creando el drama es cuando se lo cuento a mi hermana. Ella, que es mucho más racional que yo, característica que admiro y envidio profundamente, siempre me dice cosas claras y puntuales. No digo que siempre tenga la razón, pero cuando la tiene ¡oh, dios! la tiene. Y esta semana la tuvo. Y de una bocanada de palabras me hizo el favor de quitarme todo el drama que me había colgado encima.
Mi drama en este caso fue asumir culpas que no eran mías. Como si las decisiones de los demás dependieran de mí, de mis actos, de mi pasado, de mi historia, ergo son mi culpa. Drama, drama, drama. Si es mi culpa, sigo siendo el centro de la historia. Pero no lo soy. Ya me gustaría, pero no lo soy. Tu historia es tu historia y la mía es la mía. Tus decisiones son tuyas y nada más. Y sí, quizá prefiero creer que es mi culpa porque así podría hacer algo para cambiar esas decisiones que no entiendo y no me gustan. Pero no, chico, no. Despedirme de la culpa probablemente sea despedirme de mis esperanzas, aceptar mis ganas frustradas, decir un poquito adiós. Pero no es mi culpa.
Así que chao culpa, chao drama. Y bienvenidas las flores. Y el Sexo (en Nueva York).
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2 comentarios:
¿Sabes Leola? Yo también asumo culpas que no son mías y termino como tu, sintiendome mal por todos y todo pero hoy leyendote he llegado a la conclusion de que debo decir chao como lo has hecho tu.
Pues eso,CHAO y bienvenida YO
bicos meigos
Carrie tuvo mas finales infelices que felices.
bienvenidas las flores.
un bico.
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