Pasan los martes, vienen y se van los jueves, los sábados y los domingos vuelan.
Si tienes un blog, tienes una manera de medir el tiempo. Es parecido a cuando tienes un sobrino. Es una monada que empieza a caminar y decir ga-ga-pu-pu. Te entretienes con un par de cositas y cuando te das cuenta mide un metro ochenta y se va los fines de semana a dormir a casa de su novia rubia. Pues un blog, lo mismo, pero en pequeñito.
Siempre entro a mi blog, porque desde aquí leo los blogs que tengo enlazados y que sigo, pero un día entras y ves la fecha de la última entrada y dices ¿tanto tiempo?
Soy muy pero que muy buena para poner pretextos y en un minuto haría una lista explicando por qué no he escrito últimamente. Pero el único cierto seguro que no lo pondría ahí. Y es que, ya lo he dicho, escribo sobre lo que vivo, sobre lo que siento y no estoy segura de si quiero poner eso en letras ahora mismo.
Supongo, solo supongo, que ese mutismo se relaciona con el respeto que me supone escribir. A pesar de la ingente y continua cantidad de chorradas que aquí escribo, hacerlo significa no obviarlas. Darles peso, forma, consistencia. Traerlas a la realidad. Lo que escribo, es.
Y ahora mismo no necesito esa contundencia. Y, entiéndanme, yo soy mucho de contundencias. De sentirme cómoda con las certezas (siempre falsas, siempre falsas), con los (supuestos) planes. Por eso me requiere un esfuerzo liberarme de todo ello. Ahora mismo no necesito definiciones, esquemas. Necesito vivir sin expectativas por difícil que me resulte. O si no difícil, al menos sí poco natural. No necesito cortapisas, no quiero aferrarme (otra vez) a lo que debe ser (si es que eso existe) y ni siquiera a lo que yo quiero que sea (si es que algún día me entero).
Intento acoplarme a esa serie de frases que nunca me fueron naturales como que me sorprenda la vida, a ver qué pasa, mejor no hacer planes, no hay nada escrito.
No hay nada escrito. O al menos no quiero escribirlo yo. Dice Vetusta Morla en una canción Dejarse llevar suena demasiado bien... Y me cuesta, pero supongo, solo supongo, que puede merecer la pena. Cuando inaguré este blog lo hice con otra canción de Vetusta. Hace unos días alguien me descubrió otra versión de la misma canción. Mismo grupo, misma canción. Otro ritmo, palabras parecidas. Otra versión. Es igual, pero distinta. La misma pero no del todo.
Versiones. A veces salen bien y otras no. Pero no está mal intentarlo.
No hay nada escrito.
Agostados, de Vetusta Morla.
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1 comentario:
Un blog es parecido a un sobrino, dices... hostia, espero que el mío salga parecido al blog... una cosa producto de un domingo por la tarde aburrido, lleno de cosas incompletas, tonterías y medias verdades. Eso sí, ya me encargo yo de irlo a buscar a casa de la novia.
Lo de siempre, uno escribe cuando quiere. Pretextos mil, espero que alguno divetido. Eso sí, no dejes de escribir aunque inventes alguna historia (pruébalo, es divertídismo crearse una vida) porque es un auténtico placer leer algo sin faltas de ortografía.
Besos.
P.S. Mándame again tu dirección, porfa.
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