sábado, 3 de julio de 2010

Nostalgia

Hoy he salido de juerga. He vuelto pronto. Hay días en que lo que te apetece se encierra en las paredes de lo que llamas tu casa. Hay días que se cubren con la prolongación de tu nostalgia.

La RAE dice que la nostalgia es la tristeza melancólica por verse ausente de la patria o de los amigos. Qué cortas son las palabras, qué poco alcanzan a explicar.

Hoy he vuelto pronto a casa y he seguido ese consejo para no tener resaca (una rodaja de limón y dos vasos de agua). Estoy en pijama, uno viejo y cómodo, de esos que nunca me pongo cuando estás tú. La nostalgia de lo que se anhela, de lo que quizá se necesita para no caer en un error, no se llama nostalgia. Pero la RAE no me sabe explicar lo que yo misma desconozco.

A veces la nostalgia informe, la que no cabe en el diccionario, se te presenta como una mantita de invierno que te envuelve con suavidad. A veces es un respingo, que se aparece de pronto al tener cerca esa mirada cálida, cómoda, que parece empeñada en encerrar siempre tus dudas, en recordártelas. Que te hace volver a preguntarte si te equivocaste.

Hoy me ha salido una arruga nueva. En la frente. Quizá son los treinta y cinco. O quizá los días y días que llevo de juerga festejándolos. O quizá la nostalgia. No la de la patria ni la de los amigos. La otra. La nostalgia de tus palabras.

En la esquina inferior izquierda de la pantalla de mi móvil se pinta una flecha roja cuando llega un mensaje. Hoy no había ninguna.

Hay días en que todo cuadra. Salen las cuentas, las cosas marchan. Y hay días que no. Días en que aparece un reborde, una arista. En esos días la nostalgia te abraza como una amiga, y tú te dejas. Y sabes que lo que quizá necesitas es esa palabra que no llega. Una muestra, una evidencia. Algo que te haga sentir que no te equivocaste.

Porque mientras esas palabras no llegan y te dejas abrazar por la nostalgia, a veces, se acerca esa mirada dulce, tan dulce. Y tienes miedo de haberte equivocado. Y tienes miedo de equivocarte ahora. Y tienes miedo de que aquellas palabras no lleguen.

Y decides irte a casa. Pronto. Abrazando a tu nostalgia.

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