miércoles, 9 de febrero de 2011

Aviso de error

Madrugar es una cosa que no hago a menudo. No me gusta y mi situación actual no me lo exige. Así que no lo hago. Muchísimos días duermo poco y mal, pero no madrugo: me despierto al mediodía para ir a trabajar habiéndome acostado a las ocho de la mañana, por ejemplo. Pero no madrugo.

Hoy, sí. Me pregunto si por ello el aire me resultó tan distinto. Desde hace seis años que vivo aquí, hay un día al año en que se me anuncia la primavera. Por cierto olor en el aire. Hoy, fue distinto. Se me anunció el otoño.

Hoy, madrugué y el aire olía a otoño. Me pregunto por qué. La primavera huele a ofrenda, a posibilidad. A concesión, a fantasía. El otoño, no. Es contundente y parco. Es concreto, literal.

Hoy el mundo era otoño y yo estaba en él. Y pensé que sí. Que la vida es siempre otoño. Simple, obvia, real. Textual. Y que la fantasía se inventa. La ilusión, las ganas, la primavera, se las tiene que creer uno mismo. Poesía. Mentira. Metáfora.

Y aunque no sé explicar cómo llegué a ella, todo esto me llevó a una conclusión. La de que cabe la posibilidad de que algún día vuelva a enamorarme. No que alguien me guste, no que piense en alguien o que lo quiera. No. Enamorarme.

PerderLaCabezaDesearAnimalmenteVolverseLocoSoloQuieroEstarContigoExplosiónFuegosArtificialesElMundoBrilla. Lo que sea que sea enamorarse. Y me asustó. Enamorarse es genial. Pero la última y única vez que estuve enamorada las cosas se pusieron jodidas. Y esa es mi única referencia: las cosas, también las geniales -¿o especialmente las geniales?- se acaban y hacen pupa. Mucha pupa.

La otra posibilidad es, por supuesto, que nunca me vuelva a enamorar.

Tengo malos días. Hoy no es uno de ellos. A veces me noto pesimista. Hoy no. Me parece solo una idea obvia, real, concreta. Otoñal.

Me pregunto si tiene sentido intentar otros caminos. Relaciones que acompañan, que comparten, que abrazan, pero sin ese PerderLaCabezaDesearAnimalmente...

Me pregunto si aquel enamorarse mío no fue en más bien otra cosa más parecida a un vicio, una necesidad, una dependencia.

Me pregunto si más que escéptica soy cínica.

Me pregunto qué es enamorarse.

También me pregunto por qué mierda pienso estas tonterías.

Yo, por preguntar, me pregunto.

En verdad, solo hay una conclusión: madrugar es muy malo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Madrugar no es tan malo, créeme. Incluso a veces es bueno y puede resultar hasta bonito. Yo creo que lo que te ha pasado es que te has puesto a pensar demasiado. Esa pregunta que te haces sobre si te vas a volver a enamorar nos la hacemos todos; todos los que hemos estado enamorados y ahora no lo estamos. Pienso que son cosas que nosotros no podemos manejar, que simplemente ocurren. No creo que haya un camino para eso. Tu como yo habrás visto a personas enamoradizas mas solas que la una y por el otro lado a los auténticos escépticos del amor caer con todo el equipo y colgarse como tontos jajaja estos últimos la verdad que da gusto verlos :) Yo por lo que me toca seguiré … un, dos, tres, probando.
Y si, soy el anónimo recalcitrante jajaja

Anónimo dijo...

Buenos días !! Llevo visitándote estos últimos días y veo que no hay novedades en el blog. Solo decirte que cuando te animes a escribir serás bien leida :) Un saludo.