Se nos va septiembre, se me ha escurrido entre las manos. Ha empezado el otoño con sus sobrias convicciones: yo te llevaré al invierno. Los días se harán más cortos conmigo, cada vez hará más frío y el clima será más incómodo para pasear al aire libre. Por eso es más popular la primavera, el verano...hasta el invierno. Pero yo anhelo este otoño, lo anhelo mientras lo vivo, comenzando con una suavidad que es sólo un regalo, no un anticipo.
Cuando estudiaba las estaciones del año en el colegio (en una ciudad donde no existían las estaciones, al menos no las mismas) las palabras clave eran renacer en primavera, juventud en verano, enfermedad en otoño y muerte en invierno. Así lo asociaba mi profesora, quien fuera que fuera. Si la vida fuera una línea recta quizás tendría algún sentido. Pero con todos esos valles y montañas, subidas y bajadas, vueltas y regresos, idas y comienzos, caminos paralelos, laberintos disfrazados y tristezas circulares, necesitamos tiempos para sacudirnos, para renovarnos, pero ya no renaceremos puros e inocentes como la dulce primavera. Con suerte nos podremos quitar de encima lo que después de mucho esfuerzo entendemos que no necesitamos.
No es tan promisorio ni tan poético como la primavera, pero supongo que cada uno encuentra sus otoños cuando los necesita, espacios tranquilos y de luz tenue donde aprender de uno mismo y de la vida mientras todo sigue caminando.
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4 comentarios:
Me encanta tu estilo periodístico y, a la vez tan intimista.Sí, encontrar el otoño cuando lo necesitamos es una buena terapia. Quizás podemos guardarlo en algún rincón...
Intenté escribir sobre el otoño, pero la inspiración no estaba a mi favor. Tu otoño, me acaba de hacer el regalo, bien expresado.De lo que ocurre por dentro.Del cuerpo y del alma. Ese tiempo de calma. Donde se vá acomodando la sabiduría de lo vivido. Y vivir. Para renacer, cuando sea, no hay prisa. Y bendito renacimiento. Un beso.
Ay, Lasosita ¿te imaginas todo lo que guardaríamos en ese cajón? Gracias por la visita y por tus palabras.
Un beso
Si, renovarse o morir, Merce, que es tan obvio como cierto. Gracias por el comentario. Y gracias por recordarme que no hay prisa. A veces lo olvido. Un beso.
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