Qué alta está la tele. ¿Suben el volúmen durante los anuncios? Todo me parece publicidad: los coches y los perfumes, los desatascantes de tuberías, los políticos y el calentamiento global. Oigo a alguien hablar por teléfono. Más gritos, voces agudas y altas para decir las frases esperadas. Sí, la familia es lo primero. Sí, lo importante es tener salud. Sí, la cosa es andar en paz. Por la ventana entran ruidos distintos. O quizá sean sonidos armónicos, notas musicales, no lo sé, no logro distinguirlo. Lo intento, pero no son nítidos, están cubiertos por una niebla pegajosa. Si no te fijas no la notas, porque está siempre ahí. No me deja escuchar ni siquiera lo que pasa dentro de mi cabeza. Es el ruido en el ambiente. Con tantos murmullos no puedo pensar, no puedo inventar pretextos, no puedo fingir que vivo una vida, no puedo ni siquiera recordar aquella sonrisa.
Quizá si muevo las manos, si llevo dos dedos hasta las orejas y aprieto fuerte. Quizá encontraré silencio. Quizá vea al mundo como desde la placidez de la cámara lenta. Las imágenes mudas apenas se percatarían de mí. Y desde el fondo, ya la veo venir, se acercaría con gran sigilo una sonrisa.
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2 comentarios:
Necesitamos silencio para escucharnos, para saber quiénes somos y qué deseamos. Nada de nuestro exterior logrará que no nos tapemos los oídos y veamos esa sonrisa. Gracias por la rebeldía!
Muchas gracias Lasosita, que siempre me haces ver cosas nuevas ¡y siempre positivas! Un Beso.
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