lunes, 7 de septiembre de 2009

Libertad o el fin de las vacaciones

Casi acaba oficialmente el periodo vacacional para mí. Y estoy casi tan emocionada como cuando comenzó.

Aclaro que lo que yo llamo mi periodo vacacional viene a ser una extraña mezcla de circunstancias en las que solo he tenido vacaciones laborales reales durante dos fines de semana. Lo cual no es óbice para que yo haya declarado el comienzo del citado periodo cuando la que he dado en llamar la mejor prima del mundo con una casa en la playa inaguró dicho domicilio veraniego. Se sucedieron playas, viajes, encuentros, reencuentros, viajes, idas, vueltas. Y a estas alturas casi termina esa mezcla. Y, sí, estoy emocionada.

Por un lado me apasiona la idea de despertarme tres días seguidos en mi cama. Oh, mi cama. Siempre he dicho que podría pasarme la vida viajando. Voy a corregirlo: Podría pasarme la vida entera viajando siempre y cuando vuelva a mi camita unos días cada tanto. No es que me haya ido lejos ni conocido exóticos paraísos terrenales, pero en mi cama, lo que se dice en mi cama, he estado poco. Y mi cama, señores, me gusta. (Y me gusta todo lo que la rodea, incluida las paredes recién pintadas que, aunque no lo crean, aparecieron así una de esas escasas noches que pasé por ahí).

Otro de los motivos que me emocionan tiene que ver con derroteros (joder, voy a escoger otra palabra, que tantos años de psicoanálisis —y no, RAE, no pienso escribirlo sin p— me han marcado), ejem, rumbos, nuevos y extraños, peligrosos y excitantes rumbos laborales que me producen tanto miedo como ilusión. Tanto miedo que ni siquiera voy a hablar más del tema.

Yo no sé qué es el verano, no sé que es son las vacaciones, no sé cuando se acaban o empiezan aunque haya vuelto del trabajo hace un par de horas (y en domingo, no olvidemos el detalle). Sé que es septiembre y la gente vuelve a casa, que los blogs se retoman, que volvemos a ver a algunos que nos importan. Sé que también hay despedidas que esperas no lo sean del todo. Sé que mi cuerpo está vivo y tengo ganas de todo. Sé que hay un relámpago batiendo en mis entrañas. Sé que me espera mi cama y mis sueños.

La libertad es algo
que sólo en tus entrañas
bate como un relámpago.
Miguel Hernández, Libertad

7 comentarios:

merce dijo...

Me quedo con ese final, mi cama y mis sueños...
y ese relámpago...

Un abrazo Leola.

David dijo...

Como en la cama de cada uno no se duerme en ningún sitio eh? Jejeje
Un besoo!!

Meiguiña dijo...

Me ha gustado muchisimo esta entrada y como bien dices al final nos queda nuestra cama,

Biquiños

pasaxeira dijo...

Bienvenida...

tirando, y me encanta leerte, a veces me veo tanto en tus textos que me ayudan a encontrame

besos wapa!

p.d. palabra verificación: poido

¿poido? jajaj non o poido creer

Petri dijo...

Valeee, venga, septiembre mola. te lo dice una para la que la palabra vacaciones son fienes de semana..

Marisa dijo...

Una alegría volver a leerte
y saber que todo va bien.
Siempre el mejor descanso en
nuestra cama después de
días agitados.

Besos

Joey dijo...

ánimo con la vuelta, si todos los fueran vacaciones perderían especialidad. Animo Leola, y disfuta!