lunes, 12 de julio de 2010

Estar vivo

Huele a hierba mojada. Y a mar. Me estoy tomando un café en el chiringuito de la playa con una vista espectacular de fondo. Y pienso: Esto es el puto paraíso. (Lo siento, soy un poco malhablada. En casa me llamaban camionera).



A veces me han reprochado no ser clara en este blog. En lugar de escribir: Hoy me he quemado un dedo, y duele un poco, soy más de ir directamente al duele un poco y claro, no siempre se entiende por qué. O lo qué. Imagino que es una cuestión de estilo o un modo de contar. O quizá es simplemente vergüenza.

Yo supongo que las cosas, aunque empiecen mal, pueden acabar bien. O empezar bien y terminar regular. No sé. No creo en las señales, en el destino o en los dioses, ni siquiera estoy segura de creer en la suerte o saber lo que es el azar. Así que supongo que cualquier combinación es posible.

Pero lo cierto es que hace poco me despedí de alguien con quien las cosas empezaron, en un primer y glorioso estallido, bien, más que bien; en seguida, cuando empezaron de verdad, mal, muy mal; y ahora, terminaron. No sé si terminaron bien o mal, la verdad, solo que terminaron.

No basta, desde luego, con querer que las cosas vayan bien.

El amor es una cosa bastante extraña. Enamorarse. Después ya vendrá la vida real con sus compromisos, sus pactos, la convivencia, yo qué sé. Pero primero, está enamorarse.

Enamorarse. Perder la cabeza. No caber en las razones. Que el tiempo se detenga. Que el deseo te condene. Que el mundo brille. Que tú brilles con él. Que cada pequeña cosa encaje. Que todo parezca posible. Que atisbes por un segundo el equilibrio del universo. Que creas que nunca nadie ha podido sentirse así. Que sientas que has nacido para ese momento. Que todo valga la pena, que todo tenga sentido. Enamorarse.

Después vendrá lo demás, pero primero, enamorarse. Enamorarse es todo magia. Ajeno a cualquier explicación. Aunque no sea más que química cerebral y patrones incoscientes. Enamorarse es milagro. Es impalpable como la niebla. Inasible.

Pero a veces no basta con querer que las cosas vayan bien. Con creer que todo irá mejor. A veces, no es así. A veces, quieres que todo vaya bien, pero no va. Y cuando no va, sabes lo que hay que hacer. Y sabes que dolerá. Y sabes también que ese dolor pasará.

Hoy, es verdad, me he quemado un dedo.
También me he despedido de alguien.
Y duele, sí señor, duele un poco.

Es lo que tiene estar vivo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enamorarse es una magia, enamorarse sin pedir ninguna explicacion.-
Hasta aca todo lindo, hermoso, eso es enamorarse, VIVIR EL AMOR.
Pero de repente te detienes, miras a tu derredor y comienzas a cuestionarte y lo que es PEOR le pides explicaciones a él. Esto va en contra de lo que dijiste lo que era el amor. ¿Ya no hay amor?
Y si ya no hay amor ¿de qué te quejas?

Enrojecerse dijo...

dolerá menos, y luego te íras olvidando un poco de este momento. eso no significa que olvidarás estar vivo, mientras recuerdes haber estado enamorado permanecerás.