Agosto fue un mes largo y extraño como un día de resaca. Un día en que no apetece ni salir de la cama, un día que parece ajeno, que no se acaba de entender. Un mes torpe en el que todo sale mal.
Para rematar ese mes extranjero conseguí irme lo suficientemente lejos como para sorprenderme con el paisaje. Allí me encontré con un poco de música, con un poco de poesía, con un poco de teatro. Y así pasé algunas horas, lejos de agosto. Conocí ruinas de piedras que me resultaron familiares, igual que los acentos, que aunque eran nuevos me pareció reconocer. Cambié de aires, uno húmedo de mar y olor a sal por uno de tierra caliente, árido y polvoso.
Y cuando volví, ya era septiembre.
Feliz septiembre.
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4 comentarios:
Hojas secas, una manta,un café máximo,un abrazo,un encuentro,una gota de lluvia, olor de agua...
septiembre inicia algo que no vive en agosto. Volvemos a ser lo que éramos.
Un beso, Leola.
Justamente eso, Lasosita, más claro imposible: volver a ser lo que éramos. Gracias por encontrar las palabras exactas y por pasar por aquí. Un beso.
es lo que suele pasarle a los meses disfrazados de verano.
suelen alterar la nocion de la belleza.
Espero que los próximos meses no se disfracen de nada y se nos muestren como son. Que nos den un respiro al menos.
Gracias por la visita, muchas gracias por el comentario.
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