lunes, 4 de mayo de 2009

Inútiles revelaciones de falsos domingos

Por azares del ininteligible Departamento de turnos, hoy, lunes, fui a trabajar a mi trabajo de fin de semana. Eso le da a mi lunes un aire dominguesco; pero no de vuestros domingos espectaculares con comidas en familia y paseos por la ciudad, no. De los míos: madrugón, prisas, trabajo, clientes que son solo voces con problemas, todos urgentes y todos desde hace demasiado tiempo (esto último tendría que haber sido escrito con cualquiera que fuera la señal internacional de la ironía, pero como usé en la primer línea el comodín de las cursivas, lo explico aquí: los problemas de los clientes, ni son urgentes ni los tienen hace mucho tiempo, solo lo dicen creyendo que así los resolverás antes. Y ya que estamos, un consejo de amigos: por muy amargados que esteis, cuando alguien os tenga que resolver algo, sed amables con él. Eso sí que ayuda).
Pues eso, que en mi luningo (lo siento, hago esos juegos de palabras con mi hermana, pero quizá deberían quedar reservados a la intimidad) tuve dos revelaciones.
La primera no tiene sentido ni importancia: Caminando hacia la estación de tren me di cuenta de que hoy me había levantado a las 6:30 para ir a trabajar, la misma hora en que me acosté el sábado. Eso no puede ser sano.
La segunda revelación tampoco tiene sentido ni importancia, pero igual la voy a contar.
Como dije, en este trabajo estoy sólo los sábados y domingos, así que el contacto entre compañeros, aunque constante, es más bien corto y poco intenso. Entre mis colegas hay muchos que resultan agradables y hasta encantadadores, lo cual es de agradecerse (probablemente los vea así precisamente porque el contacto es corto y poco intenso...) y hay uno en particular que me alegra el día con su presencia siempre que coincidimos. No es que me resulte, digamos, románticamente atractivo. No, es solo que me cae muy pero muy bien. Y hoy, en nuestros dos minutos de convivencia tuve la otra revelación del día.
Oye
-le dije- ¿tú sabes cómo me llamo? Porque yo no sé cómo te llamas. ¿Cómo te llamas?.
Yo soy Diego -me dijo- y no, yo tampoco sé cómo te llamas.
Entonces yo también me presenté.

La revelación tiene dos posibles lecturas, a saber:
1) Soy tan fría que ni siquiera me había interesado por el nombre de un compañero que encima me agrada.
2) Soy tan sensible que me hace feliz la presencia de un compañero del que no sé ni el nombre.

Que conste que ya había yo avisado que esto no tenía ni sentido ni importancia.
Por no tener, no tiene ni final.

12 comentarios:

Elen dijo...

Ufff... levantarse a las 6 y media no debe de ser muy bueno!!

Por otra parte, cuando alguien nos agrada y nos sentimos bien en su compañía, acabas por darte cuenta de que el nombre es lo de menos. Lo importante es que sigas disfrutando de esos momentos, aunque sean de domingo en domingo.
Un besote grandote.

Leola dijo...

Uy, sí, Elen, madrugar a mí me sienta fatal, llevo dos horas combatiendo el sueño por no irme a la cama a una hora vergonzantemente temprana, cuando el cuerpo me lo suplica. Me encanta lo que me dices: disfrutar el momento aunque sea "de domingo en domingo", literal en este caso. Pues sí, no creo que me divierta más con él ahora que sé su nombre, eso es verdad...
Un besito.

una más... dijo...

Quizás eres lo suficientemente soñadora como para pensar en esa persona poniéndole apodos del tipo.. " el desconocido " oooo... " el chico sin nombre " oooo.. " el de la sonrisa bonita ", a mi me pasa..me gusta inventar sobre gente que no conozco.. no lo sé y me enrollo demasiado, de hecho sólo queria agradecerte la visita a mi blog y tus palabras, dijiste mucho con ellas, o quizás yo lo comprendí..por lo tanto, gracias x tus palabras que me han hecho descubrirte.. te sigo!
Saludos!!

Joey dijo...

Es muy difícil encontrar a alguién con el que pasar un buen rato, aunque esos ratitos sean pequeños. Y a lo mejor no sabías el nombre porque hasta hoy, no era el momento de preguntárselo,un poco de misterio siempre viene bien. Para ser un luningo no te ha ido del todo mal, no?

Leola dijo...

¿Pues sabes qué, una más...? Que tienes toda la razón. Es verdad que en mi mente tenía un nombre, un apodo. Ni siquiera lo voy a decir porque es un absurdo y creo que explicarlo sería más largo que la entrada jeje. Pero sí, lo tenía. Y hasta me gusta más que "Diego"...
Gracias por pasar por aquí y por tu comentario.
Un beso.

Leola dijo...

Joey, me has hecho reír con el comentario final. No cabe duda de que eres un caballero, hasta repites con solemnidad mi tontería del luningo jajaja.
Siendo las 23:59 del citado día, peudo decir que me has provocado la última risa de, sí, un buen luningo.
Un besito.

Gata dijo...

jaja me ha encantado, sabes? es q los nombres no son tan importantes, yo creo que tienes el corazoncito tan caliente y sensible que sabes éstas cosas tan importantes y ni siquiera sabías q las sabías
no se si me explico.
geniales tus "infinitos" sigue así
y lo de "sed amables" jajaj me has recordado a jesucristo XD
besos

Jorge dijo...

Ya lo digo el tipo aquel listo que escribía obras de teatro:

“En un nombre, ¿qué hay? Lo que se ha dado en llamar rosa, si le hubieran puesto otro nombre también perfumaría.”

Los nombres no son importantes, los sueños algo más, los motes son fundamentales, las fantasías imprescindibles y levantarse a las seis y media, una putada.

Marisa dijo...

¡Qué madrugones!. Claro que si
después se puede compartir, aunque sean breves momentos, con alguien que te alegre el día, ya vale la pena. Disfruta lo que puedas de
tus domingos laborables.

Un biquiño.

Leola dijo...

Me apunto a tu teoría Gata, porque realmente tengo el corazoncito insoportablemente sensible y caliente últimamente... Un besito.

Querido Jorge, gracias por la solidaridad sobre el madrugón. Sí, las fantasías son imprescindibles, pero cuando viajan solas son agotadoras, que como ya dijo un tipo listo en su blog: No solo de destellos se vive.
Un besito.

Pues sí, Marisa, creo que uno de los más grandes placeres de esta vida es compartir un momento con alguien que, por lo que sea, te importa. Un beso.

Runas dijo...

Es jodido levantarse un domingo a las 6 para ir a trabajar, pero bueno, menos mal que por lo menos te tocoó trabajar con alguien agradable, eso lo hace mas soportable¿no?. Un beso

Martín Gardella dijo...

Si yo tuviera que arrancar mis dias a esa hora, tampoco sabría el nombre de mis compañeros hasta el mediodía! Un beso