jueves, 31 de diciembre de 2009

Las uvas

Desde la última entrada publicada he escrito varias, pero no he podido colgarlas. Hace una semana os deseaba una feliz cena y os contaba que no me interesa en absoluto la celebración del 24 y 25 de diciembre pero que tratándose de comida, regalos, días libres, brindis y fiesta, me apunto encantada.

Nochevieja es otra historia. Sé que cambiar de año no es más que una convención y que nada es nuevo ni comienza en realidad al día siguiente. Pero un festejo como este me parece necesario y tan pagano que da gusto.

Me parece adecuado celebrar la renovación. O su posibilidad. Y, en mi caso, me parece adecuado celebrarlo junto a la gente que más me importa en el mundo. Al menos, una buena parte de ella.

No hago propósitos de año nuevo, pero sí pido deseos con cada uva. No son distintos de los que pueda tener cada día, para mí, para mi familia y para mis muy muy pocos y muy muy buenos amigos. Pero no todos los días esos deseos se hacen conscientes y mucho menos verbales. Y me parece bien que haya un día en que sí lo son.

Hace trescientos sesenta y cinco días escribí la primer entrada del año hablando sobre el dios romano Jano, que tiene dos caras para poder mirar hacia adelante y hacia atrás, dios de comienzos, finales y cambios. Quien haya tenido la paciencia de leer este blog sabrá que se me ha llenado este año de miedos, de culpas, de luchas, de rendiciones, de euforias, de alegrías, de dudas, de ganas. Vuelvo a invocar a Jano ahora, al traspasar de nuevo el umbral.

Este año he vivido. Tengo la sensación curiosa y un poco cinematográfica de que este ha sido el primer año del resto de mi vida.

Este año he cosechado y también he recogido frutos, algunos inesperados. Me he preguntado, me he perdonado, me he escuchado, me he cuestionado. Nunca me he sentido más yo. Nunca me he sentido más libre. Y nunca me he gustado tanto. A pesar de todo.

Este año he viajado mucho. Un par de veces, por el mundo, y la mayoría por mí misma. He visto paisajes nuevos y he podido ver los de siempre con ojos renovados.

He sabido decir no. He sentido el calor del cariño. He ido a un funeral triste y absurdo. He brindado con mis amigos presentes y por mis amigos ausentes. He mirado de reojo la mínima esencia de lo que, hoy y aquí, quiero. He llorado. Me he equivocado. He saldado sin ganadores algunas cuentas pendientes.

Este año he vivido. Solo quiero seguir haciéndolo.

Hoy, una uva será por vosotros. Porque me sigue pareciendo increíble que alguien decida pasar por aquí cada tanto.

Gracias. Y feliz año nuevo.

8 comentarios:

Susi DelaTorre dijo...

Feliz Año Nuevo, Leola!

Desear buenos deseos, también es merecerlos...


Un besiño y un abrazo, morena niña!!

Meiguiña dijo...

Gracias Lobito por cada una de tus entradas y por contribuir a que este maldito año,por lo menos para mi, fuera mas llevadero.

En mi corazon esta noche estaras tu y otros muchos de este pequeño o gran mundo que es la blogosfera

Bicos meigos y yo tambien invoco al dios Jano

Miranda Hooker dijo...

Feliz Año para tí. Saberte a ti misma es el mejor de los regalos.

Jorge dijo...

¿Sabes que pasa? Es que nos gusta pasar por aquí.

Un abrazo, un par de besos y una cerveza en el congelador.

Petri dijo...

No cambia nada pero algo pasa, que comemos mucho y nos paramos a pensar
Que tengas buen año
Un beso

una más dijo...

Feliz e intenso año nuevo Leola.. espero q como mínimo sea como este tan rico que dejas, a nivel personal, entiéndase :P
Un abrazo.

Marisa dijo...

Deseo de corazón
que en este
nuevo Año
se te cumplan todos
tus sueños.

Besiños y que seas
muy feliz.

Runas dijo...

Feliz año par ti tambien y aunque suene muy trillado, te deseo lo mejor. Un beso