lunes, 18 de enero de 2010

Patria

Por diversas circunstancias de la vida, la casa de mis abuelos se ha quedado vacía. Primero se fueron ellos, ahora los demás. Hoy he ido a cerrarla.

He ido a cerrarla y he visto la ameixeira, por la que trepaba de niña, talada. He visto la fruta de los árboles sobre tierra de lo que solía ser la huerta y hoy es un trozo de suelo cubierto de malas hierbas.

Cuando se quedan vacías las casas se mueren. No importa que cada tanto alguien vaya a limpiar el polvo y abrir las ventanas. Se mueren.

Para mí, la patria solía ser un concepto complejo. Nací y crecí en un lugar que me resultaba ajeno. Era extranjera en mi barrio y en mi colegio. Hace mucho tiempo entendí, o quizá decidí que mi patria eran unos cuantos metros cuadrados en la casa de mis abuelos.

Hoy he cerrado la casa. Ahí se queda el huerto alrededor del cual paseé con mi abuelo por última vez. Se quedan los catres y sofá-cama donde dormíamos, apelotonadas con mis primas en vacaciones. Se quedan los gatitos de nadie que hicieron de la finca su reino. Se queda el oscuro garage donde temía encontrar un ratón cada vez que entraba por una coca cola. Se quedan enterradas en la tierra las colillas de los cigarrillos prohibidos. Se quedan las comidas en familia y las tardes de tele y se queda Simbad el Marino, releído cada verano.

Se queda, quizás, la infancia y los interminables días de verano.

Supongo que debería madurar y hacerme un adulto de una puta vez. Y así tomarme las cosas con más naturalidad y menos drama.

Supongo que debería.

Pero ya me conocéis.

6 comentarios:

juan dijo...

Me has escho recordar mi casa... mi patria... la casa de mi abuela... pase por algo parecido a ti en ella la mismas vivencias...pero yo soñaba que seria mia que me la quedaria yo...
P.D. No madures... no pierdas tu inocencia...

Elena dijo...

Una entrada preciosa,Leola.
Emocionada,emocionante y compartida porque yo también tenía unos abuelos con una casa patria;con la infancia en la piel y el alma rebosando curiosidad,una eternidad en los bolsillos.
Madurar dices,qué gran meta.
Dice Elsa Punset,la madurez es la época del reconocimiento de la realidad,es decir,de los límites y del desarrollo de la fuerza necesaria para superar los obstáculos y de la capacidad de apartarse de forma consciente de determinados modos de vida,influencias o personas.
Ahí es nada,lo que nos queda.
Besos.

mar de Lempicka dijo...

Non creo que madurar sexa tomarse as cousas con menos drama. Cando se cerra algo hai que reflexionar sobre iso, sexa bo ou malo para aprender. E se doe, hai que pensalo máis para saber a qué se debe e que porción dixo recolles no teu cesto para segui-la viaxe.
A min, ségueme doendo pensar na casa da miña avoa. A casa está pechada e soa. E xa non vou para alá, precisamente, para non vela así. Son así de cobarde.

Runas dijo...

Suele pasar que cuando volvemos al lugar donde crecimos , volvamos a nuestra infancia y a los recuerdos de la niñez y esa añoranza hace que se nos coja un nudo en la garganta y un pellizco en el estomago. Un beso

Jorge dijo...

¿Madurar? No permita caer en esa trampa. La madurez es un engaño para tenernos tranquilos y dejar de jugar. ¿Patria? No sé lo que es eso. Quizá los escenarios de la infancia, quizá el cuerpo amado, quizá nada.

Gata dijo...

Me gusta tu patria. Me encanta como escribes. Lo respiro.
Saludos y no crezcas nunca por favor, porque ellos suele implicar casi siempre olvidar patrias, y total para qué? si cuando el tiempo pasa sólo nos queda eso, eso que fuimos, eso q nos hizo.
Besos y un abrazo por si te hace falta