lunes, 12 de abril de 2010

Lunes y ficción


Te regalo mis lunes. Son todos para ti. No te regalo mis sueños, ni mis ganas y desde luego no te doy mis versos. Pero sí mis lunes. Los he limpiado y adecentado, he escondido en cajas viejas de cartón sus miserias de llantos aburridos y he barrido de las esquinas el polvo de la nostalgia gastada. Eché por la ventana las dudas perennes, empujé bajo la alfombra las falsas certezas. Y disimulé todo lo que pude nuestras coincidencias luminosas.

Acicalados y relucientes, te regalo mis lunes.

Haz con ellos lo que te apetezca. No preguntes, no pidas permiso. Les he puesto una etiqueta con tu nombre. Una de esas viejas franjas de plástico de colores, con que todas las niñas de mi clase, menos yo, ostentaban sus pertenencias.

No es que yo no los quiera, que conste. Me gustan mis lunes y me gustan mucho. Es por eso que te los regalo. Porque aunque no te enteres, o aunque no lo sepas, que suena mejor, quiero que tengas algo mío.

No hay dramas ni euforias. Solo hay lunes. Nuevos, vacíos, por estrenar. Todos mis lunes. No me preguntes por qué, pero quiero que sean tuyos.

Puede que te resulte absurdo, como tantas otras cosas de mí. No te preocupes, que, como tantas otras cosas de mí, si no los quieres no tienes más que mirar para otro lado. O cerrar los ojos. O fingir que no están.

Total, a eso ya nos estamos acostumbrando.

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Hoy me tomé un café con mi amigo J. Al saludarlo me preguntó ¿Cómo estás? y yo dije Bien. Me miró sonriendo: ¿Te has fijado? Has respondido bien y has movido la cabeza como si te comieras el mundo. Me reí. Es que estoy bien, pero bien bien. Sigo sin motivos de esos obvios y sigue siendo estupendo.

Tras el café fui a la última sesión de mi taller literario. Una pena que se acabe. Queda, por supuesto, lo vivido, lo escuchado, lo aprendido, lo encontrado. Hoy un compañero definía a la gente que escribe como enamorados de las mentiras. Es así. Fingimos estar locos de amor o heridos de muerte, o que regalamos lunes, pero es todo ficción. O casi todo Yo, por ejemplo, desde mi sospechosísimo estado de serenidad, sigo escribiendo sobre la tristeza. Los desencuentros, los acaboses.

Es como ser un actor, representar un papel, crear un mundo nuevo, cambiar de piel. Quería contar esto tras la entrada, que ya había escrito. Porque en mi blog no suele haber ficción, más allá de mis propios dramas. Así que a riesgo de recordar aquello de Excusatio non petita, acusatio manifiesta, hoy copié algo escrito en ese taller. Todo ficción. O casi todo.

1 comentario:

Juan Rodríguez Hoppichler dijo...

bueno...nada comparado con su entrada Boomtown Rats. Mil abrazos y espero que nuestros caminos se crucen pronto.