Hace frío. Me gusta el frío. Claro que tiene algunos inconvenientes, entro otros la proliferación de resfriados como el que me acompaña estos días. Nada mejor que un buen resfriado navideño para entrar en el espíritu de estas fechas.
Por lo que sé, llegó el invierno. El domingo fue, por tanto, el día más corto del año. Recordé por esto que la noche de san Juan, la más corta del año, salí de casa en busca de hogueras. Quería mirarlas, tenía ganas de hipnotizarme con ese fuego. Y no encontré ni una, ni a la que he ido otros años cerca de mi casa ni a ninguna otra. Volví a casa un poco confundida y pensando si la experiencia tenía algún mensaje escondido. Por supuesto que no.
Hoy era el reverso, el punto contrario en el calendario: el día más corto del año. Los celtas celebraban la fecha festejando que la rueda del tiempo estaba en su momento más bajo. Y lo celebraban porque entonces empezaba a subir.
Supongo que el solsticio de invierno es el año nuevo astronómico. El tiempo como un ciclo que se repite, se renueva con su propio impulso. El día más corto del año anuncia que cada uno de los siguientes será más largo. Hasta llegar de nuevo a la primavera y a san Juan... ¿se nota mucho que en realidad no estoy pensando en las estaciones del año?
Y lo que estoy pensando lo dice muy bien una canción: Y en la noria de la vida, una vez abajo y otra arriba, y apenas te levantas tropiezas, y apenas tropiezas te levantas. Y mejor que sea así, que acostumbrarse es empezar a morir.
P.D.M. La Noria, de Le Punk.
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1 comentario:
Jamás nos conformemos. Siempre levántandose para ver de nuevo el horizonte, que habrá cambiado!
Un enorme abrazo!
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