Madrugada. Veo la televisión. Aparece Punset (no hay manera de saber cuándo se emite Redes, pero cuando aparece, se queda en mi pantalla). Habla con alguien acerca de la memoria. Un programa de, no sé ¿media hora? y sólo recuerdo un par de cosas...
Uno: que nuestra memoria es mala y poco fiable para los detalles. Los relega, los transforma. Pero es muy precisa para el sentido general. Esto es que sobre un hecho específico más vale no confiar en los pormenores, pero no olvidaremos lo que hayamos aprendido de esa vivencia particular, la esencia, la importancia.
Dos: que recordar es reinventar. La memoria no es como un archivo de donde se saca un documento que se relee, sino que cada vez que volvemos a un recuerdo, nuestro cerebro lo rehace. Junta algunos datos de aquí y de allá como si tuviera un guión y cada vez hiciera una película distinta.
Hasta aquí lo que recuerdo.
Después de escribir lo anterior he ido a la página web de Redes y he vuelto a ver el programa. Lo primero que descubro (o redescubro) es que Punset se ha cortado el pelo ¿cómo pude olvidarlo? Me impactó mucho la imagen el otro día, tanto que incluso me pregunté si estaría enfermo el buen hombre (el cambio es dramático) y sin embargo lo olvidé por completo. (Aludo al punto Uno)
Segundo, los recuerdos a menudo están distorsionados e influenciados por nuestros sentimientos y creencias actuales. Así, se distorsiona el pasado para adecuarlo a lo que se cree. Nuestras creencias se acaban reforzando y se vuelven más fuertes. (¿Aludo al punto Dos?)
Hasta aquí, lo que había olvidado.
Ah... y tercero (casi se me olvida), una de las funciones más importantes de la memoria es nada menos que olvidar.
Así pues, concluye Punset, la memoria no sólo sirve para recordar el pasado sino que con ella diseñamos el futuro.
Visto lo visto, yo me abstengo de concluir.
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