jueves, 27 de noviembre de 2008
Las risas
De las risas que perdimos nació esto. Que no se nombra y no se siente. Ya no se siente y ya no se anhela. Un pie en el vacío y el otro en el desamparo. El penúltimo fracaso y la primera incomprensión verdadera. La primera verdadera, la única, la de la inocencia. Y llegó lo que siempre llega, porque siempre llega lo que más tememos. No lo temeríamos si no fuera inminente. Inminente, natural, sutil como una esperable lluvia fría del otoño y brutal como el nacimiento de un volcán. Todo a la vez. Se pierde todo y hay que perderlo todo, hay que llorarlo todo, hay que encogerse entero para poder intentar renacer. Y cada paso y cada pérdida y cada pesadilla se anclan dentro con todo su peso. Sólo el tiempo los hace más ligeros. Y las nuevas equivocaciones. Y son tan nuevas e imprevistas que se disimulan a sí mismas. Pero las viejas equivocaciones ya no existen, ya no sirven. La costumbre las hacía más digeribles, un extraño apego las hace casi entrañables. Parecen bloques de cemento las nuevas equivocaciones. Parecen ajenas, irreconocibles. Pero son propias, otras, nuevas y propias. Como los pies, uno en el vacío y el otro en el desamparo.
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2 comentarios:
Me parece muy bueno!!!!!!! UN BESO.
Siempre me anima leer tus comentarios. Y, de paso, ver en tu imagen esa pintura maravillosa que me hace recordar los cuadros de la exposición, tan delicados y tan tuyos ¡y esa noche de la inaguración! A ver cuando se repite...Un beso.
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