lunes, 3 de noviembre de 2008

Razones

Ha empezado noviembre y por las razones que sean, equivocadas o no (¿para quién?) no quiero que vuelva a escaparse el mes entre mis vagos dedos poco tecleadores, como su antecesor. Aunque sólo sea por eso contaré que conocí hace poco a un poeta. A alguien que le gusta escribir poesía y parece que encima lo hace bien ¿eso lo convierte en poeta? En todo caso lo conocí como de lado, de reojo. Claro que, me parece, no hay otra manera de conocer. Aunque a veces en un aturdimiento sintamos que sí. Que se puede conocer más y mejor a alguien. Pero solo a costa de olvidar que vivir no es más que estar solo. Que sentirnos a nosotros mismos es sentir la carencia de otro porque no somos más que nostalgia y búsqueda. Eso contaba el infranqueable Laberinto de la soledad que me hicieron leer las monjas en el colegio. No me explicaron por qué debía leerlo (en general las monjas no eran muy dadas a explicar nada) pero la impresión era que tenía que ver con ganar el premio Nobel. Probablemente una razón equivocada, pero en todo caso lograron que lo leyéramos. De lo cual deduzco que de las razones equivocadas también pueden llegar cosas que importan. Por azar ¿o no?

No hay comentarios: