Con toda corrección, mañana lunes empieza un nuevo mes. Así quisieran ser todos los meses, ordenados y contenidos, comenzando como cada semana en un lunes nuevo de estreno. No sé qué fascinación ejerce en mí el paso, o mejor dicho, la llegada de los meses últimamente. Quizá es la sorpresa genuina de constatar que sí llegan, que el tiempo pasa, que nada se detuvo una tarde de un día frío hace ya muchos meses.
Lo contrario de ágil es, dice mi diccionario, Pesado, lento, torpe, tardo, lerdo. Cuando me di cuenta que llegaba diciembre me di cuenta de que se acababa este año. Un año que ha sido todo lo contrario a ágil. Y sin embargo, ha pasado rápido. Como un viaje muy corto y muy intenso que parece que solo puede entenderse verdaderamente al volver a casa. Rápido y Pesado, torpe, lerdo.
Borges comienza El Aleph contando que la mañana de la muerte de su amada vio como cambiaban un anuncio de cigarrillos en una Plaza y comprendió que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Siempre me ha gustado ese comienzo de cuento.
No creo que dentro de 31 días, cuando esté a punto la convención ficticia del nuevo año haga alguna reflexión distinta sobre el año que se va. Quizá tan solo volveré a constatar con sorpresa su llegada. Y si puedo pedir un deseo será el de volver a casa para poder entender este viaje.
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