Mucha gente que escribe tiene miedo al folio en blanco. A mí me enseñaron que no hay miedo más fácil de superar: se necesita sólo escribir algo en él. Luego puede gustarte o no, puedes volver y corregir lo que has escrito, o borrarlo o romperlo, puede tener o no sentido, pero el folio ya no está en blanco.
Un folio en blanco es seguramente una metáfora recurrida sobre la vida, lo que queda por escribir/vivir, las posibilidades. Aunque es mucho más fácil, por supuesto, arrugar con desesperación y tirar a la papelera un folio cuando las cosas no salen como se esperaba.
Un folio en blanco es como un regalo sin abrir, como soñé hace unos días que me daba un amigo escritor. En el sueño me decía No lo abras ahora y no lo abrí. Pero luego desperté y me entró la duda de qué sería ese regalo. Puede ser lo que yo quiera, supongo, como un folio en blanco. No tiene reglas que seguir ni a quién responder, sólo tengo que inventarlo yo. Era mi sueño. Yo creé esa historia, me la quise contar y la recordé al despertar aunque no sepa qué me quiero decir. Podría ser muchas cosas y quizás es muchas cosas. Sólo hay que imaginarlas, hay que contarlas. Descubrirlas, revelarlas, creer en ellas. Están por escribirse. Como todo lo demás.
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